viernes, 9 de marzo de 2012

QUIEN ES QUIEN, Nº 9: Cecilio Vega


Cecilio Vega Domínguez

     Natural de Villamor de Órbigo (León)

23 años

 Religioso profeso de  votos perpetuos

“Es un hombre de buen corazón, noble, piadoso, dócil, franco y de buen espíritu”, a juicio de sus formadores. Destacaba en él su constancia y tesón ante las dificultades con las que iba topando para su entrada y permanencia en los Oblatos, a causa de un accidente laboral: en vacaciones, trabajando en el campo con su padre, le saltó una china al ojo y lo perdió. Cuando el párroco del pueblo le dijo que ya no podría ser sacerdote lloraba desconsolado. Los Oblatos le aseguraron que podría proseguir el itinerario de su vocación. Ante la quema de conventos y la previsión de la guerra civil, su padre le escribió proponiéndole volver a casa para estar más seguro. Él le contestó que no abandonaría la comunidad y que  estaba dispuesto a morir. 


Nació en Villamor de Órbigo, provincia de León y diócesis de Astorga, el 8 de septiembre de 1913. Fueron sus padres Juan y Micaela, humildes labradores que vivían del trabajo en el campo. De buena conducta moral, eran amigos de hacer muchos favores en el pueblo. Era una familia numerosa, nueve hijos, y profundamente cristiana.    
Cecilio comenzó el noviciado el 14 de agosto de 1930. El día 15 del año siguiente hace su primera oblación y pasa a Pozuelo para cursar los estudios eclesiásticos. El 23 de diciembre de 1934 hace su oblación perpetua y se inicia en las órdenes menores (actuales ministerios). También él, al igual que Manuel Gutiérrez, tras dos días de  incertidumbre, ansiedad y vejaciones en su propio convento, es “sacado”  de su propio domicilio en la noche del 24 de julio de 1936 y fusilado de madrugada en la Casa de Campo.  Era subdiácono y estaba ya a las puertas del diaconado y del sacerdocio.

Testimonios

Su hermana Manuela nos dice:  “Teníamos la Sagrada Familia (capillita portátil) venía y viene todos los meses por las casas. El Rosario lo rezábamos todo el tiempo, y en verano, cuando había mucho trabajo, mi padre nos rezaba el Rosario de la Buena Muerte, que era más rápido. Y por supuesto íbamos siempre a Misa”.
Cuando estaba en el juniorado (seminario menor) iba de vacaciones en verano. Hacía de catequista en la parroquia y trabajaba con su padre en el campo.   A lo largo de su corta vida, destaca en Cecilio su constancia y tesón ante las dificultades  que iba encontrando en los estudios a causa de un accidente desafortunado en el trabajo agrícola, que le ocasionó la pérdida de un ojo.
Hombre de buen corazón, dócil, noble, piadoso y franco. De buen espíritu en la convivencia con los demás. Durante el año de noviciado se entrega con entusiasmo a las tareas propias de ese año de intensa formación para la vida religiosa. Esta actitud provoca en los formadores la firme esperanza de que será un buen religioso y celoso misionero. Los informes posteriores reiteran esos mismos rasgos.  Su hermana pone de relieve su devoción a la Santísima Virgen y a la Eucaristía.

Martirio

Su sobrina Virginia Domínguez y su hermana Manuela nos hablan de una carta en la que resalta su disposición al martirio. En dicho escrito, respondiendo a la invitación de su padre para volver a casa porque va a estallar la guerra y van a quemar los conventos,  Cecilio le responde que está dispuesto a morir y que no abandonará la comunidad. ¡Lástima que esta preciosa carta desapareció en un incendio! El proceso de su martirio es totalmente similar al de los anteriores. Tenemos certificado de su defunción.



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