martes, 18 de diciembre de 2012

1ª vivencia


Disponemos de algunos relatos vivenciales de Oblatos supervivientes de la masacre que vale la pena dar a conocer. Estos testimonios de primerísima mano, vividos en la propia carne, nos ayudan a entrever lo que vivieron y sufrieron nuestros Mártires. Comenzamos con un escrito del P. Porfirio. ¿Quién era este hombre? Aquí tenemos una breve semblanza escrita por su hermano, también Oblato, el P. Pablo Fernández.



De izquierda a derecha:

De pie: Aquilino Mendoza, el Beato Serviliano Riaño.
Sentados: Isaac Vega, Porfirio Fernández, Fortunato Herrero, el Beato Justo González

Porfirio Fernández Fernández

1915-1993


Nació en el Caserío de Lomas, término de Robledo de la Guzpeña (León) el 26 de Febrero de 1915. Hizo humanidades en Urnieta y el Noviciado en Las Arenas. Continuó los estudios teológicos en Pozuelo.

En 1936 un tribunal comunista le condenó a cinco años de trabajos forzados en Albatera (Alicante) donde soportó hambre y amenazas de fusilamiento durante los tres años de la guerra.

Reanudó los estudios en Pozuelo y fue ordenado sacerdote el 1 de Julio de 1941.

Recibió obediencia para Argentina y embarcó en Bilbao con el P. Mediavilla, el 17 de Abril de 1943. Debido a las detenciones y registros a causa de la guerra europea, llegó al puerto de Buenos Aires el 19 de Mayo de ese año.

Los 10 primeros años de estancia se dedicó a las misiones populares que fueron su pasión. Más tarde se le destinó a obras parroquiales en Montevideo, Cruz de Piedra, Villa Unión, Buenos Aires y Córdoba, sin abandonar totalmente las misiones.
Tuvo el don de amar a cuantas personas y paisajes conoció.

Estando en Villa Unión, el 9 de Enero de 1966 tuvo un infarto que le obligó a reducir la actividad porque le repitió varias veces. Fue un Oblato de fe recia, piadoso, austero, abnegado, muy fiel y cumplidor, observador y muy sensible.

El calvario que soportó en la guerra lo volvió algo caviloso y desengañado. Pasó los últimos años en La Candelaria (Córdoba) entregado, sobre todo a la celebración eucarística, que fue el amor de su vida y al ministerio de la reconciliación.

Al final de sus días tenía que concelebrar sentado en una silla. Un día tuvo un mareo y le dijo el P. Germán: "Ya ve usted que no está en condiciones de hacer este esfuerzo". Y contestó, muy a su estilo, con estas palabras: "Mira Germán, yo tengo cuatro cosas muy claras en mi vida y una de ellas es que voy a celebrar Misa mientras pueda".

Muy querido de la gente (una familia quiso que fuera enterrado en su panteón), fue al encuentro del Señor el 18 de Octubre de 1993.

A continuación se puede leer su expresivo testimonio.


Para conocer el testimonio del P. Porfirio, pinchar aquí: 1ª vivencia








No hay comentarios:

Publicar un comentario