martes, 28 de abril de 2015

Hacinas, pueblo de misioneros y mártires



Cabalgamos con el Cid Campeador por tierras de Castilla la Vieja, como la llamábamos antes, hacia el histórico y milenario monasterio de Santo Domingo de Silos. A pocos kilómetros de él se yergue el no menos histórico pueblo de Hacinas, cuyo nombre evoca batallas y muertos “hacinados”. Eran otros tiempos. Después se implantó sólidamente el cristianismo y ha sido la cuna de misioneros y mártires. De uno de éstos queremos hablar hoy: Daniel Gómez Lucas, primo por ambas partes de dos ilustres Misioneros Oblatos: el P. Simeón Gómez y Mons. Sinforiano Lucas. Su hermano Lucinio, secretario de ayuntamiento y procurador, que asistió a la beatificación de los Mártires Oblatos en la catedral de Madrid  y llevó la palma de su hermano, nos trasmite el testimonio de sus propias vivencias y las referencias de sus padres y primos.




Auto presentación

Soy el hermano más pequeño del Siervo de Dios Daniel Gómez Lucas. Fuimos cinco hermanos, de los que dos murieron de pequeños. Yo tenía seis años cuando murió mi hermano Daniel. Físicamente tengo un recuerdo vago de él, ya que la última vez que lo vi debió de ser en el verano de 1935, contando yo cinco años de edad. Las referencias que tengo son de las vivencias de mi propia familia, tanto de mis padres como de mis primos, así como lo que me han contando algunos vecinos del pueblo.

¿Cómo era su familia y cómo fue la infancia de Daniel?

Nuestros padres se llamaban José y Anastasia. La condición socioeconómica de mis padres era la propia de labradores y ganaderos en un pueblo de sierra de la provincia de Burgos. Económicamente no era gente de pobreza pero tampoco de riqueza; podemos decir que era de una clase media. Mis padres eran gente de moral y muy religiosos.
El ambiente familiar que vive mi hermano es de una dedicación al trabajo y de fuertes convicciones religiosas, rezando diariamente el Rosario en la Iglesia o en la familia, participando en la Eucaristía todos los domingos, e incluso algunos días de diario. En casa se leían libros religiosos: vidas de santos, revistas religiosas como “La Purísima” de los Misioneros Oblatos.
La relación de mi hermano con nuestros padres y hermanos fue muy buena. Siempre les he oído que era muy alegre y cariñoso con la familia y con la gente. Cuando venía de vacaciones, como yo era el hermano más pequeño y mis padres estaban trabajando en el campo, me cuidaba a mí. Unos vecinos del pueblo manifiestan que era muy alegre y comunicativo.
Un condiscípulo de su misma edad me contó que mi hermano Daniel era muy responsable, muy dedicado al trabajo de la escuela y formal. Su comportamiento con los compañeros era la propia de un niño de su edad.
Su formación religiosa debía ser muy buena, porque en casa se conocía de memoria el catecismo del P. Astete y hasta recuerdo haber visto alguno comentado.
El comportamiento de Daniel en casa era muy bueno y no he oído ninguna queja de mis padres con respecto a mi hermano.
Las virtudes en las que destacó Daniel fueron la obediencia y también destacar la asistencia asidua a la escuela que, en aquella época, no era tan frecuente como ahora.

Y su vocación oblata, ¿cómo surgió?

Acerca del origen y desarrollo de la vocación religiosa y misionera puedo decir que él llegó a conocer a los Misioneros Oblatos a través de unos primos (Mons. Sinforiano Lucas y el P. Simeón Gómez) que pertenecían a esta Congregación. El pueblo tenía bastantes religiosos y religiosas. A pesar de ser pequeño, tendría unos doce años, ingresó en los Oblatos.
Todo lo que he declarado lo sé por las vivencias familiares.

De su vida de seminarista y religioso, ¿qué sabe usted?

Yo creo que el comportamiento de mi hermano en esta época era normal. Conservo en mi casa algún detalle, como un cuadro religioso de san José y de la Inmaculada, que eran como un pequeño premio que les daban en el Seminario Menor por buen comportamiento.
En cuanto a su comportamiento durante las vacaciones ya he dicho que se quedaba cuidándome mientras mis padres habían de marchar al campo y no me cabe duda que asistiría a los actos religiosos de la Parroquia.
Del noviciado y su vida de religioso recién profeso, lo único que puedo decir por referencias de Oblatos del pueblo, mayores que él, es que Daniel era una persona muy integrada en la Comunidad y buen religioso. En Pozuelo, la única actividad de mi hermano en ese único curso que estuvo  en el Escolasticado (1935-36) fue la de estudiar y prepararse para el sacerdocio y las misiones.

¿Cómo se vivió en familia la situación del hijo?

Es conocido, por formar parte de la misma historia de España, que el ambiente sociopolítico en Madrid y sus alrededores en 1936 era de oposición a la Iglesia y de persecución a todo lo que pudiera ser religioso. Las causas de ese clima se podían achacar a un espíritu antirreligioso y anticlerical que venían desde muy antiguo en España.
Yo puedo decir que, nada más estallar la Guerra Civil, para mis padres comenzó un calvario pensando qué sería de su hijo Daniel por ser religioso y estar en Madrid, puesto que, por el clima que existía, se les perseguía y se les mataba. Los milicianos tomaron el Convento de Pozuelo donde los hicieron prisioneros y que, posteriormente, fueron conducidos a la Dirección General de Seguridad en Madrid. El único motivo de la detención fue por su condición de religiosos, ya que ni mi hermano, ni los Padres, ni los otros compañeros estaban metidos en temas políticos. En mi familia no había ningún antecedente de tipo político.

¿Qué se sabía en casa sobre su vida en clandestinidad y su muerte?

Por referencias de mi familia, supe que mi hermano se refugió en la casa del sastre de la Comunidad, que fue posteriormente detenido y conducido primero a la Cárcel Modelo y, más tarde, a la de San Antón. Sobre la vida en la cárcel es conocido que habían de sufrir vejaciones, hambre y frío.
Yo creo que desde el momento en que los detuvieron preveían que su final sería la muerte por su condición de religiosos. Supongo que su reacción ante la muerte fue la aceptación de la misma por su condición de religiosos. Sobre si eran conscientes de que les mataban por odio a la fe, reitero y afirmo que sabían que la única causa para su persecución era la de ser religiosos. Su edad y sus circunstancias personales y familiares, no permitían que existiesen otras motivaciones.
El martirio tuvo lugar en una de las “sacas” el día 28 de noviembre de 1936, en el Cementerio de Paracuellos del Jarama. Parece ser que en el momento de su muerte, uno de los Padres les dio la absolución y que alguien gritó: “¡Viva Cristo Rey!”.
Nosotros nos enteramos en la familia en el transcurso de la misma guerra, y lo que yo recuerdo son los lloros de mis padres en casa, y una cierta sensación de no poder hacer nada ya que mis padres se encontraban en el pueblo, en la zona “nacional” y no se podía venir a Madrid.

En Hacinas hubo más religiosos asesinados. La familia y la gente ¿los consideraban mártires?

En la familia siempre hemos tenido a Daniel como mártir. Cuando venían mis primos Sinforiano Lucas y Simeón Gómez, Oblatos, a visitar a mis padres, mi madre siempre se emocionaba y éstos la reconfortaban con el pensamiento de que tenía un hijo mártir.
En el pueblo existía una lápida de madera donde figuraba, a un lado, los muertos en batalla y, al otro lado, los que habían sido asesinados por razón de su condición de religiosos, y todo el mundo aceptaba que eran mártires. No se quitó por ninguna razón política ni religiosa, sino por el simple deterioro de la madera. Otro dato significativo es que cuando íbamos a encargar la misa por mi hermano el 28 de noviembre, los distintos párrocos nos han dicho que la misa se la dirían, aunque no hacía falta rezar por él sino rezarle a él por su condición de mártir.
La fama de martirio continúa viva y de hecho en el pueblo existe una asociación de tipo cultural que publica una revista, llamada “Amigos de Hacinas”, en la que se habla de las personas importantes del pueblo, y en el caso de mi hermano se ha hablado de él como mártir.
Nosotros, en la familia, nos encomendamos a mi hermano y yo, personalmente, así lo hago y tengo la opinión de que fue un mártir por la forma en que murió dando la vida a causa de la fe.
La fama de martirio continúa viva y de hecho en el pueblo existe una asociación de tipo cultural que publica una revista, llamada “Amigos de Hacinas”, en la que se habla de las personas importantes del pueblo, y en el caso de mi hermano se ha hablado de él como mártir.
Nosotros, en la familia, nos encomendamos a mi hermano y yo, personalmente, así lo hago y tengo la opinión de que fue un mártir por la forma en que murió dando la vida a causa de la fe.





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