jueves, 28 de mayo de 2015

Caballero, extremeño, mártir oblato



Juan José Caballero, soldado en África, 
amigo de los pobres, ancianos y niños.

Desde Extremadura, tierra de conquistadores y de María Santísima, la de Guadalupe, traemos aquí un nuevo testimonio de un entusiasta de nuestros Mártires y familiar de uno de ellos. Se trata de Florencio Caballero Álvarez, 59 años, casado y profesor, nació y reside en  Fuenlabrada de los Montes (Badajoz), testifica sobre lo que ha visto y oído sobre su tío Juan José Caballero Rodríguez. Tiene conocimiento directo especialmente sobre su infancia y adolescencia. Sigue...



En la foto: Juan José con sus hermanos de comunidad

La familia del Mártir Juan José

Soy sobrino carnal del Mártir Juan José Caballero. Mi padre era su hermano. El conocimiento que he tenido de él es por las referencias familiares y, también, por el trato que he tenido con los Padres Oblatos.
Los padres de Juan José fueron Jesús María Caballero García, casado en segundas nupcias con Baudilia Rodríguez Lucas. De este segundo matrimonio nacieron dos hijos, que fueron Elisa y el Siervo de Dios. Del primer matrimonio habían nacido dos hijos: Arsenio y Epifanio Caballero Molina, mi padre.
La condición socioeconómica de mis abuelos era baja. Mi abuelo se dedicaba a la agricultura y, también, por sus conocimientos culturales, poco corrientes en aquellos pueblos, era la ayuda del párroco y de los vecinos.
El ambiente familiar de los hermanos de Juan José era religioso cien por cien. Su padre era una de las personas más religiosas en la localidad. Esa religiosidad la manifestaba a través del cumplimiento normal de las obligaciones del cristiano, ayudando en la parroquia en las tareas de sacristán, perteneciendo a las cofradías del Santísimo Sacramento, donde era secretario, y la de Jesús Nazareno, donde fue Hermano Mayor.
La relación de Juan José con su familia era la normal en una familia cristiana. Existía un gran cariño y muy buenas relaciones entre los miembros de la familia a pesar de que Epifanio, mi padre, se fue a vivir con sus abuelos maternos. Juan José destacaba por su vocación misionera, aunque, al principio, la mantuvo oculta, dada las necesidades que existían en su familia y que requerían su presencia. Recuerdo que el hermano mayor de Juan José, Arsenio, le hizo un arado de madera con yugo de vacas y se lo entregó a su hermano para que jugara con él. Poco después descubrió a su hermano, no jugando con el arado, sino haciendo una cruz con el arado y el yugo.
      Todo esto lo he sabido desde siempre por tratarse de vivencias familiares.

Parece que, ya desde la escuela, era un alumno aventajado…

De la época de su asistencia a la escuela sé, por uno de sus compañeros de clase que todavía vive, Pedro Fabián, que ninguno llegaba a la altura de Juan José y que éste siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. Cuentan que el maestro tuvo que reprenderlo porque era totalmente cumplidor de sus deberes y su ritmo de aprendizaje era ideal. Este ritmo se pudo deber a su capacidad intelectual, su esfuerzo y constancia, la cultura de su padre...


Escolar cumplidor,   ¿y fuera de la escuela?

De su comportamiento en casa recuerdo que el Siervo de Dios iba a visitar a una señora a la que llamaba “abuela” y ésta decía que “Este niño es un santo y no como su primo que no deja de hacer trastadas”.
En cuanto a la relación con sus compañeros, Pedro Fabián me dijo que Juan José era uno de esos niños que no tuvo nunca un “quítate allá con nadie”, expresión usada en aquellas tierras para indicar que nunca tuvo un enfrentamiento. Cuando salía a jugar a la calle rechazaba los juegos violentos y era capaz de convencer a sus amigos y compañeros para jugar de manera más pacífica. Normalmente solía jugar poco tiempo, más bien se dedicaba al estudio y a sus oraciones.

No había entonces Oblatos en Badajoz  ¿cómo surgió su vocación?

Acerca del origen de su vocación misionera yo sólo sé lo que me han contado mi padre y Marcelina, hermana de lactancia de Juan José. Ambos me dijeron frases sueltas de él como por ejemplo: “Si yo estudio ha de ser para cura”, “Padre, el día que yo sea cura ¿cuánto bien podré hacer por los demás?”; al párroco le dijo en alguna ocasión: “Don Victoriano, ¿sabe lo que he pensado esta noche en que no me podía dormir? En cuánta tarea hay aquí y cuánto le podré ayudar cuando yo sea sacerdote”.
Su contacto con la congregación de los Misioneros Oblatos fue a través de Cecilia Esteban Lacal, hermana del P. Francisco Esteban Lacal, quien se ofreció para ayudar a Juan José a entrar en el Seminario Menor de los Oblatos, ya que, por su situación económica, la familia del Siervo de Dios no podía permitirse el que Juan José saliera a estudiar fuera del pueblo.
¿Qué sabes de sus años de religioso profeso?

Comenzó el Escolasticado en el curso de 1930-31 en Pozuelo y recuerdo que mi abuelo mandó a mi padre y a mi tío Arsenio a visitar a Juan José, porque estaba preocupado por la quema de conventos que se produjo en Madrid en 1931, para tratar de llevarse a Juan José al pueblo, donde estaría más seguro. Al llegar a Pozuelo, se encontraron con que Juan José y los demás escolásticos habían sido trasladados a Urnieta, por seguridad, para terminar allí el curso, y sólo encontraron, en Pozuelo, a tres padres Oblatos y al seglar Ramón, hermano del Siervo de Dios Francisco Esteban.
Durante los años del Escolasticado sabemos que el Siervo de Dios sólo estuviese en dos ocasiones en el pueblo, una de ellas poco después de haber fallecido su padre, en marzo del 34.
En Pozuelo destacó como buen compañero y por su participación en la Academia de Misiones, donde fomentó su vocación misionera.
Todos estos conocimientos, como ya he ido manifestando en ocasiones anteriores, los tengo por mis vivencias y recuerdos que tengo de mi familia.

Fue soldado y destinado a África.
 ¿Es verdad que esto reforzó su vocación misionera?

Sé que, durante los años de Pozuelo, hubo de incorporarse al Servicio Militar que cumplió en el Protectorado que, en aquel entonces, España tenía en el norte de África. Estimo que es importante subrayar el hecho de que, tanto a la ida como a la vuelta desde Pozuelo a África, en ambas ocasiones fue directamente al Seminario de Pozuelo sin pasar por la casa familiar de Fuenlabrada de los Montes (Badajoz), porque consideraba el Seminario de Pozuelo como su verdadera casa. Al regresar de África, se sintió muy animado en su vocación misionera por lo que había vivido en esta zona del norte de África, en contacto con sus habitantes.

El clima antirreligioso en España ¿tuvo repercusión en Pozuelo?

 Sobre el ambiente socio-político que existía, no sólo en Madrid a mediados del 36, sino en toda España, da cuenta el hecho de que en aquella época, en los testamentos, era normal que se pusiese el deseo de ser enterrado con cruz alzada. Este deseo, expresado por mi abuelo en su testamento, no pudo ser cumplido en su totalidad debido a las circunstancias antirreligiosas, que prohibían toda manifestación pública.
Este clima antirreligioso venía, al menos, desde la constitución de la República en 1931. En ese año, como antes he referido, mi padre y mi tío vinieron a Pozuelo a verlo y se encontraron con que la Comunidad había sido trasladada por razones de seguridad a Urnieta.
En 1935, vinieron de nuevo mi padre y mis tíos a Pozuelo a ver a Juan José. Él les acompañaba a la estación de tren cuando grupos de jóvenes y otras personas les insultaron e, incluso, amenazaron. Entonces decidió volverse al Convento para que sus familiares pudiesen ir con tranquilidad hasta la estación de tren.
Ese clima se debía al sentimiento antirreligioso que prendió en la sociedad española en esos años.

Habrás oído cómo fueron sorprendidos…

Por referencias de uno de los supervivientes, sé que a mediados de julio del 36, los milicianos asaltaron el Convento de los Oblatos en Pozuelo. Aquella noche, del 22 al 23, los milicianos interrogaron a algunos de los Oblatos de la Comunidad, los encerraron en el comedor y, por la noche, les dejaron dormir en sus camas. Esa misma noche, los milicianos elaboraron una lista de siete oblatos a los que sacaron del Convento y de los que no se supo nada más. Sé que junto a los siete oblatos se encontraba también un seglar de Pozuelo, del que no puedo precisar más datos, y que se lo llevaron junto con ellos.

¿Por qué  te parece que fueron detenidos? ¿No preverían ese peligro?

La causa de la detención no es más que una: que eran religiosos. La única misión de mi tío y sus compañeros oblatos era el estudio y la oración. Nunca jamás he sabido que tuvieran ninguna actividad de tipo político.
Sobre si preveían su detención, visto lo que estaban viendo a su alrededor, pienso que la preveían. Yo creo que no pudieron evitar la detención porque estaban encerrados en su casa y cumpliendo con su cometido.
Sobre la reacción y conducta ante la detención de los Siervos de Dios, por las referencias que tengo, deduzco que asumieron sus obligaciones como religiosos oblatos con todas las consecuencias.

¿Dónde y cómo vivió el período de clandestinidad?

Sé que del Convento de Pozuelo fueron llevados a la Dirección General de Seguridad, donde les pusieron en libertad después de interrogarlos. Como mi tío era uno de los que no tenían familiares ni conocidos en Madrid, fue a refugiarse con otros oblatos a la Casa Provincial. Allí permaneció por el espacio de unos quince días, hasta que unos milicianos, por orden del Ministerio de Cultura, se incautaron de la casa y expulsaron a los oblatos que allí estaban. Después fue a alojarse con el P. Esteban a una pensión en la calle Carrera de San Jerónimo. Al parecer, durante el tiempo en que estuvo en la pensión, fue movilizado, vistió el uniforme militar aunque no llegó a incorporarse. El hecho de vestir de militar le permitió poderse mover con libertad por Madrid y servir de enlace y ayuda para sus compañeros oblatos.

La familia, ¿estuvo al corriente de su situación?

Durante este tiempo, mi familia no supo nada de Juan José y pensaban que habría sido trasladado a otra casa oblata de mayor seguridad como ocurrió en el 31. Una tía de Juan José recibió una carta suya en septiembre del 36 donde decía: “Querida tía: comprendo que he tardado demasiado en dar señales de vida. Yo estoy bien, por mí nada temáis. Dígaselo Vd. a mis hermanos.” Esta tarjeta postal iba sin firmar y no estaba dirigida al hermano de Juan José sino a su tía. La explicación que encuentra mi padre sobre este hecho es el siguiente: una manifestación de la exquisita prudencia de Juan José que, para no comprometer a sus hermanos, personas de derechas en un pueblo dominado por las izquierdas, se dirige a su tía que, por estar considerada su familia como de izquierdas, no podía levantar sospechas.

¿Cómo fue el final de su Viacrucis?

Por referencias de las mismas fuentes mencionadas anteriormente, sé que Juan José y sus compañeros residentes en la pensión de la calle Carrera de San Jerónimo, en una operación que llamaron “Limpieza contra la Quinta Columna”, son detenidos y llevados a la Cárcel Modelo, donde permanecieron un mes, aproximadamente, hasta que el Frente se situó en las proximidades de Madrid, en la Ciudad Universitaria. De ahí, al desalojar esta prisión, les llevaron a la Cárcel de San Antón hasta que les llevaron a Paracuellos del Jarama, donde fueron fusilados. De estos hechos tenemos referencias documentales por una carta del P. Emilio Alonso, Superior Provincial de los Oblatos después de la guerra. En esta carta nos decía cómo Juan José y sus compañeros oblatos fueron fusilados en Paracuellos del Jarama como componentes de la “saca” llamada “de Muñoz Seca”, por ser este comediógrafo la persona más conocida.
Fue martirizado el 28 de noviembre de 1936 en Paracuellos del Jarama. Ante el momento de su martirio, sé por la carta que escribió el P. Emilio Alonso a mi familia, ya mencionada anteriormente, que los Siervos de Dios Oblatos murieron perdonando a sus verdugos y con las palabras: “¡Viva Cristo Rey!”.
     
De su vida concreta, ¿destacarías algún particular?

Su atención hacia pobres, ancianos y niños.
Lo puedo concretar, por las distintas opiniones que he ido recabando, a lo largo del tiempo, en el pueblo, es que el Siervo de Dios era una persona con gran atención hacia los pobres, los ancianos y los niños. En cuanto a los pobres, sé que durante su época de Seminario Menor, en unas vacaciones, le dijo a su madre de leche: “Madre Encarnación, ni un pobre sin limosna”. También visitaba a los ancianos y enfermos, y le gustaba jugar con los niños. Por ejemplo, la visita a una anciana, lo supe por una señora que se llama Felipa Camacho, a cuya madre visitó Juan José.

                                                     Muchas gracias, Florencio


Santuario de la Virgen de Guadalupe, Patrona de Extremadura, 
pero que, al igual que la Parroquia de Fuenlabrada de los Montes (BA),
está bajo la jurisdicción eclesiástica de la Archidiócesis de Toledo



2 comentarios:

  1. Al apellidarme como él preguntaba a los que le conocieron. Recuerdo que el padre Lázaro Sáez me dijo que Juan José Caballero era muy tranquilo y pacífico.

    ResponderEliminar
  2. Al apellidarme como él preguntaba a los que le conocieron. Recuerdo que el padre Lázaro Sáez me dijo que Juan José Caballero era muy tranquilo y pacífico.

    ResponderEliminar